La concepción de escuela actual prepara al alumno o alumna para qué viva
en sociedad y en donde la propia escuela se concibe como una comunidad en miniatura, en la
cual el “Aprender haciendo, construyendo y reflexionando” son las tendencias
pedagógicas e idéntica a la educación como un proceso social para su propio
desarrollo.
Nosotros como docentes debemos propiciar la motivación de los alumnos y
alumnas para que sean los protagonistas en su propia construcción del
conocimiento y que puedan ser seres humanos autónomos, críticos,
independientes, pensantes y reflexivos en el proceso de aprendizaje del
conocimiento y de su vida misma dentro de la sociedad en que se desarrollan.
Esta concepción pretende formar alumnos y alumnas y como consecuencia hombres y mujeres, con pensamiento crítico, social, participativo, constructivo, reflexivo y para ello se tiene y debe apuntalar hacia el desarrollo de la creatividad, basándose en interés propio del alumno.
En contraposición tenemos la escuela bajo la concepción tradicional que se deduce e intuye, que es cuando el docente asume su postura magistral céntrica en el aula, debería verse obligado a preparar muy bien su clase para actuar ante sus alumnos con una exposición magistral, limitándolos a una escucha atenta y silenciosa, en esta el papel protagonista lo tiene el docente. El alumno más sobresaliente es el que puede repetir de memoria las ideas expresadas por el docente, que en la mayoría de las veces carecen de significado, el estudiante que posee mayor capacidad retentiva, no es el que mejor ha comprendido el contenido.
La educación moderna enfoca al hombre como organismo inteligente que actúa en un
medio social. En cambio la educación tradicional concibe al
hombre como un receptor del conjunto de contenidos que la sociedad
considera valiosos, conjunto que es reducido a ideas o conocimientos.
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